En determinadas ocasiones, resulta grato comprobar como se escapa el tiempo por entre las pestañas de la noche. Es bueno resignarse al contemplar las manos vacías de tanto dispensar caricias. Apenas queda música para componer melodías dirigidas al atrevido e intrépido futuro. Muchas veces, nuestros ojos no sirven para contemplar algunos gestos enmascarados, ni tampoco para divisar caminos que terminan perdiéndose en el horizonte. Parte de la tierra, se transforma en cemento gris, al soportar tantas voces calladas, y las sonrisas revestidas de máscaras de carnaval.