Ya no vibran aquellas promesas sutiles, pronunciadas tan solo por puro compromiso. Ya no existen en mis labios, aluviones de sonrisas forzadas que afloran con la exclusiva finalidad, de paliar el dolor y el olvido. Mediante las ventanas de mis ojos, volveré a contemplar, esos tonos amarillos y ocres que nos regala la naturaleza en su estación otoñal. Ha desaparecido el rumor del mar de mis costa, para entrar en esa nueva estación del otoño, y soportar con parsimonia esas muchas tardes, preñadas de silencio.
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