La vida de toda persona, está surcada de pequeñas muertes
que albergan la semilla de otros tantos renacimientos.
Cada vez que experimentamos un cambio dramático, nos
vemos obligados a partir de cero. Suponen momentos de
gran impacto emocional, pero también son oportunidades
de emprender otros rumbos que de otra forma, jamás habríamos
podido explorar. Algunos ejemplos:
1.- La ruptura con una pareja que no funciona, crea el espacio
para encontrar a alguien que sí encaje.
2.- Ser despedido de un empleo, abre la puerta a una nueva
orientación y descubrir incluso la verdadera vocación.
3.- Un accidente o larga enfermedad, permiten analizar en
profundidad nuestra vida, corregir errores y renacer con un
nuevo proyecto.
En todo final, está escrito el principio, si estamos dispuestos
a empezar de nuevo con un horizonte que sea nuestro, en
lugar de uno que sea prestado.
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