Los saltos existenciales cuando abrazamos un horizonte más amplio, no son exclusivos de los sabios, sino que tienen lugar en todas las vidas. En ciertas ocasiones, nos encontramos paralizados, por la falta total de objetivos, o si los tenemos, los vemos tan lejanos, que nos sentimos incapaces de llegar hasta ellos con nuestras propias fuerzas. Por ello solemos pasar la mitad del tiempo soñando, mientras dejamos pasar la vida, esperando un tren que nunca se detendrá en nuestra estación. Con ello, nos damos cuenta de lo gris que puede llegar a ser nuestra vida, y todo lo que en realidad nos gustaría poder hacer.¿Por qué no lo hacemos? Por obvia que parezca esa pregunta tan simple nos sorprende. En el fondo, hasta ese momento habíamos pensado que cualquier cambio debería venir de fuera.
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