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Ella, suele estar presente en cada amanecer, y en las estrellas cautelosas,
que han decidido hacer acto de presencia, para ofrecerle su compañía en
la noche cerrada,
La recordamos, al contemplar los luceros de la mañana, las rosas, las
esquinas de la calle, incluso al ver esa estrella taciturna, que desea
brillar en la noche cerrada.
Ella, está presente en los paisajes predilectos, en los silencios más
profundos, y en el viento que limpia con sutileza la tarde...
La pasada noche, fue el viento quien me comentó, que habían unos
labios deseosos se sellar sus besos, junto a la ribera y el cañaveral que
se pierde en la lejanía.
El destino, comentó que las hiedras están adheridas a la pared,
gracias a los amores eternos, pues ellos, tienen un juramento sellado
con la sangre del crepúsculo.
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