Siempre he pensado, que vosotras las mujeres sois hijas del arco
iris y novias del fuego eterno reconfortador del amor. Teneis la
facultad de mover con sutileza los hilos del placer. Os moveis por
instintos innatos, siendo esclavas de vuestros propios nervios. Conquitais
las almas invadiendo las entrañas del ser. Soplais las nubes que se instalan
en las cabezas y en las crestas de las olas del ser. Sois moneda perdida
que siempre encuentra el camino de regreso. Tan pronto sois pradera
fértil, como desierto árido. Podeis introducir con cierta solemnidad
en vuestra mochila amores y cuentos...Se que sin vuestra presencia
la vida estaría huérfana de amor. Os confieso que me siento un buen
enamorado de las mujeres. Si hay que correr a vuestro lado, seré
un ciempiés y si hay que trepar por vuestro cuerpo, me convertiré
en un mandril de cola dura...¡pero si hay que devorar empezar
vosotras primero!!
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