Existe un valor inquebrantable del espíritu humano: nuestra capacidad, en las situaciones más difíciles, de asirnos a un destello de esperanza y experimentar incluso una inesperada dicha. Personas que han padecido una larga enfermedad, o que han visto desmoronarse su vida familiar, confiesan haber vivido momentos sublimes, en los que resplandecía una luz interior. Tal vez es porque las grandes dificultades nos ayudan a separar el grano de la paja, en estos instantes solemos comprender y entender la esencia de la vida. En el tablero de la vida, bajar al fondo del pozo para ver la luz final del mismo, puede ser una experiencia necesaria para valorar los dones que nos esperan fuera.. La noche nos permite asistir al milagro del amanecer.

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