jueves, 7 de abril de 2016

LA TRAVESÍA


He contemplado con frecuencia, esos barcos con
sus velas enrolladas en reposo en un puerto.
En verdad, no son las imágenes de mi destino
sino mi vida.
Se me ofreció el amor y me encogí ante su
desilusión; el dolor llamó a mi puerta, pero me
daba miedo; la ambición me llamó, pero me aterraba
la posibilidad.
Sin embargo, toda mi vida he estado hambriento
de significado. Y ahora, se que tengo que levantar
la vela, y coger los vientos del destino donde
quiera que conduzcan el barco.
Dar significado a la vida,puede terminar en la
locura, pero la vida sin sentido es la tortura de
la inquietud y el deseo vago.
Es un barco que anhela el mar y está lleno de
miedo todavía.

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