Fue la tarde sin lugar a duda, quien decidió esconder
en su penumbra los sentimientos, con la finalidad,
de verlos disipados.
En ocasiones, el cansancio, no tiene fuerza suficiente
para enfrentarse a la ternura.
Para ello, solemos esperar que nuestro corazón,
se vea fortalecido, y despierte el alma, saliendo de su gran vacío.
Solemos desear, ser de nuevo nosotros mismos, para
enfrentarnos a la realidad, logrando apaciguar la tormenta
que se apoderó de los sueños y nuestra voluntad .
¡Odiamos pasar de la tranquilidad relativa, al desasosiego,
para comprender, que no existe nada reconfortador, que
sirva de paliativo!!
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