miércoles, 11 de febrero de 2015

LA TRAVESÍA...


He contemplado con cierta frecuencia, los árboles del bosque,
los barcos del puerto de mi Costa Dorada, con las velas enrolladas, 
en reposo esperando surcar el mar.
Estas no son imágenes de mi destino, sino mi vida.
Se me ofreció el amor, y me encogí ante su desilusión; el dolor
llamó a mi puerta, pero me daba miedo; la ambición me llamó, 
pero me sentía incomodo ante esa posibilidad.
¡Sin embargo, una buena parte de mi vida, he estado hambriento
de significado!!.
Y ahora, sé que tengo que desplegar las velas,y aprovechar los vientos
del destino donde quiera que conduzcan el barco.
Dar significado a la vida, puede acabar en la locura, 
pero la vida sin sentido, es una especie de tortura de la inquietud
y el deseo vago.

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