martes, 4 de octubre de 2016

LA TRAVESIA


He contemplado en varias ocasiones un barco con su
vela enrollada en reposo dentro del puerto.
En verdad, no son las imágenes de ni destino sino mi
vida.
Se me ofreció el amor y me encogí ante su desilusión;
el dolor llamó a mi puerta, pero me daba miedo; la
ambición me llamó, pero me aterraba la posibilidad.
Sin embargo, toda mi vida he estado hambriento de
significado.
Y ahora se, que tengo que levantar la vela, y coger
los vientos del destino donde quiera que conduzcan
el barco.
Dar significado a la vida, puede terminar en el desvarío,
pero la vida sin sentido, es la tortura de la inquietud y
el deseo vago.
Es un barco que anhela el mar, y está lleno de miedo
todavía.

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