El día cierra la puerta y espera a su amiga inseparable
la noche...el crepúsculo avanza con lentitud conteniendo
en su mano una rosa...
Cuando aparece el alba, se abre el libro del tiempo, el
sol, decide pasar pagina y en los balcones del barrio
las flores se frotan los ojos adormilados...
Si hablara el día, seguro que anunciaría la noche pues
tan solo sabe dormir en sus brazos.
Apacible resulta su mano acariciando las trenzas de
la melancolía.
El viento es quien posa su mano en el hombro de la
rosa metiéndose la izquierda en el bolsillo para
convertirse en un vulgar ladrón de perfumes.
El aire, es el único amante que se permite dormir
con el fuego en la misma cama, sin necesidad de
de firmar las cartas que escribe, el es el dialecto
de la naturaleza, pues no necesita sillón para sentarse.
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