Este y no otro, debería ser un ejemplo a seguir por una buena parte de los seres humanos, que en ciertos momentos de su corta vida, se encuentran inmersos en trances no deseados...
Los árboles amigos míos, se doblan, se agitan con el fuerte viento, se estremecen, deshojan y luego retoñan, pero a pesar de ello, siempre permanecen erguidos, arraigados a la tierra que los sustenta.
Todos sabemos, que el día nace cuando muere la noche.. esto no forma parte de la mitología sumeria, es una realidad propia de la sabia naturaleza. Para aceptarlo, no es necesario perderse en las brumas del tiempo, porque mientras, el mar embravecido, seguirá lamiendo las cicatrices de la tierra!! y la mano de la brisa, seguirá acariciando la cara del espacio, mientras las estrellas entornan sus párpados azules, una y otra vez.
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