En una época de tempestades como la actual, los
optimistas tienen un blindaje especial que los suele
proteger contra las adversidades. Quien piensa en
positivo actúa al margen del desánimo.
¿Hay un componente genético en nuestra manera de
gestionar la adversidad?.¿Incide en ello, la cultura en
la que hemos crecido?. Estados Unidos se consideraba
la panacea del optimismo, ya que el 78 por ciento de la
población veía un futuro radiante ante si. En el otro
extremo, tenemos a los japoneses, para estos, el pesimismo
es un signo de sabiduría. Entre ellos, se encuentra la vía
china hacia el optimismo. No en vano este pueblo ha
sabido convivir tradicionalmente con los embates desiguales
de la fortuna. Esto hace que los chinos, se muestren
cautos cuando las cosas van bien y, paradójicamente,
esperen un cambio favorable cando van mal. El principal
atributo del optimista, es la esperanza, mientras que el
pesimista se caracteriza por la ausencia de ella.
La esperanza, significa ante todo, pensar que las
personas son responsables de sus actos, por lo que se
comprometen a alcanzar los fines deseados.
La esperanza nos ayuda a detectar, analizar y valorar
las posibilidades y medios que tenemos a nuestra
disposición para alcanzar nuestros objetivos.
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