martes, 1 de diciembre de 2015

DONDE RESIDE EL BIEN Y EL MAL


Una persona sensata y coherente, definía así las cualidades
intelectuales de una persona madura: "Es aquella que no
piensa en absolutos, sino que es capaz de ser objetiva
incluso en momentos de gran agitación emocional; aquella
que ha aprendido que el bien y el mal, de hallan dentro de
cada persona y en todas las cosas".
La persona inmadura, se siente muchas veces, injustamente
tratada, poco correspondida por personas que le deben
favores; interpreta la falta de atención, como una ofensa y
un comentario desafortunado, como si fuera una declaración
de guerra. Anclado en el niño que era el centro de la familia
obteniendo respuestas satisfactorias a sus pataletas, no logra
entender, que en el mundo fuera del hogar, no gire también a
su alrededor. Eso le lleva a esta distinción simplista entre
buenos y malos de la que no se salvan algunos dirigentes
políticos, que se comportan emocionalmente como niños con
un gran poder. " El reconocimiento de la dualidad es un signo
de madurez".

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